sábado, 12 de febrero de 2011

RETRATO DE UN ADOLESCENTE

Cuando era adolescente mi consigna era rebelarme contra todo. Recuerdo que pasé de tener unas notas brillantes a ser una inconformista o como diríamos ahora, a ir contra corriente.
Me importaban un pito la política, la crisis (que en los 80 también la había), las opiniones de los adultos y las riñas de mis padres por no llegar puntual a casa.
Eso sí, no tenía ordenador, ni Play-Station, ni XBOX, ni la Nintendo. Tampoco tenía móvil, pero eso importaba poco para quedar con los compañeros de clase y salir todas las tardes para hablar de lo que íbamos a hacer el fin de semana, de los controles del insti, o de los grupos musicales más alternativos. No nos hacía falta ordenador para contarnos todo aquello que nos preocupaba. Y es que la edad del pavo entonces era eso: una reunión de amiguetes y compañeros de clase que hablaban de sus vivencias y donde lo importante era integrarse en la manada social. De ahí que lo que más nos preocupaba era agradar al resto, sentirnos aceptados por otros iguales a nosotros.
Las cosas han cambiado bastante. Ahora no hace falta salir de casa para relacionarte con los amigos. Incluso los adultos, y me cuento entre ellos, recurrimos a las redes sociales y a los correos para estar al corriente de la vida de nuestros amigos. Hoy, la mayoría no podríamos sobrevivir sin San Google: internet es Dios, si algo existe lo encuentras en la red. Desde internet tienes todas las herramientas a tu alcance para poder estar continuamente en contacto sin moverte de tu habitación. Puedes "colgar" tus fotos o incluso puedes cambiar tu identidad. Las posibilidades son infinitas. Si me lo hubieran dicho en aquella época, hubiera pensado que se trataba de una peli de ciencia ficción. Sólo había visto los ordenadores del aula de informática, antiguallas de complicados programas como el PASCAL, que siempre odié a muerte y que sólo ejecutaban órdenes cuando introducías las instrucciones correctas en el programa que debías realizar tú.
Desde entonces todo ha cambiado a un ritmo vertiginoso, y no sólo la tecnología, sino también nuestros alumnos y su forma de relacionarse. La mayoría de las veces los criticamos pensando que lo tienen todo y lo desaprovechan continuamente con su apatía. Y es que no nos planteamos que el tenerlo todo se refiere exclusivamente a lo material y en muchas ocasiones lo que les falta es afecto o incluso alguien que les dirija cuando hacen algo mal, pues también es señal de afecto el corregirnos cuando nos equivocamos.
A veces pienso que los profesores hemos suplido esas carencias que tienen en sus casas y a mí, personalmente, a veces "me viene grande" esa responsabilidad. Es muy difícil no implicarte cuando aparecen los sentimientos por medio. Las relaciones humanas son así de complicadas.

martes, 8 de febrero de 2011

DON QUIJOTE Y SANCHO PANZA EN LA DISCOTECA

   Recordando con mi amiga Mª José aventuras con los alumnos del curso pasado, recordamos, precisamente, una actividad que hicieron los alumnos de 3º sobre el Quijote. Ésta consistía en escribir una aventura donde apareciesen Don Quijote y Sancho Panza, y para hacer más sencilla la actividad, podían ambientarla en la época actual, siempre y cuando  respetasen la estructura original del relato.
   Las aventuras que aparecieron fueron sorprendentes, e incluso un alumno de altas capacidades se atrevió con un romance (octosílabo y con su rima asonante en los pares) sobre Don Quijote. Es una pena no conservarlo.
   A continuación, extraigo una de las aventuras más surrealistas (aunque todas lo eran) que se presentaron. Fue divertido leerlas y comentarlas en clase. He respetado la puntuación del original.


DON QUIJOTE & SANCHO PANZA EN LA DISCOTECA.


   Era un sábado y Don Quijote no tenía nada que hacer, estaba totalmente aburrido. Las horas pasaban y pasaban, encendió el ordenador, pero no había nadie conectado.

   Entonces decidió llamar a unos cuantos amigos para luchar contra él porque le gustaba mucho ser caballero. Incluso en la calle se comportaba con esa manera rara de hablar con la gente como un caballero.

   Se le ocurrió ir a Consum a comprar un par de cosas y luego hacer una llamada a Sancho a ver si tenía el fin de semana libre. Llegó a casa, dejó las bolsas y después colocó todo en su sitio, suspiró y se fue en busca de su móvil.

   Luego sonrió y recordó que lo tenía en el bolsillo. Lo sacó y llamó a Sancho.

   - Quería decirte que si vienes conmigo a la discoteca a pasar un rato.

   Se fueron, se divirtieron y fue allí cuando conoció a una chica llamada Dulcinea, gorda y fea, pero Don Quijote la veía guapísima a pesar de que Sancho le advertía.

   A Don Quijote le dolía mucho la cabeza y entonces pidió un cubata. Al beber tenía a Dulcinea enfrente y gritó como un loco al verla tan fea, maldiciendo y buscando qué le había puesto el Mago Frestón en el cubata. Al ver la situación todo el mundo comenzó a reír a carcajadas y Don Quijote burlado se marchó a casa.