Acabo de llegar a casa después de una maratoniana jornada de evaluaciones. Esta mañana he entrado a las 8 de la mañana y he salido a las 20.30 horas de la tarde. Como la mayoría de mis compañeros, todos andamos enredados con las evaluaciones iniciales y, unos las hemos tenido esta semana y otros, las tuvieron la semana pasada.
Como mi caso, la mayoría hemos hecho una jornada de 12 horas en el centro. Y mi pregunta es: si sólo trabajamos 18 horas a la semana ¿qué pasa con las horas que ya he trabajado esta semana (9 sin contar ayer, que fue fiesta)? ¿y las horas que tengo que trabajar mañana?
He hecho el cómputo total de horas trabajadas esta semana y, sin contar el día festivo, me salen casi 30 horas.
Si mi jornada, según algunos políticos, es de 18 horas ¿quién me paga las horas "extraordinarias"? ¿Me las pagará la señora Aguirre?
Con esta reflexión, quiero hacer ver que, ya que algunos se dedican a hacer demagogia sobre nuestra profesión y nuestro trabajo para desprestigiarnos, argumentando nuestra falta de dedicación a cambio del disfrute de demasiadas vacaciones, no es oro todo lo que reluce.
Y que conste que no me quejo de mi trabajo. Estoy encantada de hacer lo que hago -como la mayoría de docentes- y no me importa estar 12 horas en el instituto, pues considero que son necesarias.
Sólo quiero que reflexionemos y no nos dejemos engañar por aquellos que no dudan en tergiversar datos y la propia realidad con tal de ganar votos.
Por eso está teniendo tanta aceptación el movimiento del 15M: les llaman a las cosas por su nombre y proponen soluciones, a diferencia de los políticos que ni siquiera tienen programa electoral.
Esperemos que el sábado seamos muchos los que salgamos a la calle.