lunes, 9 de mayo de 2011

LA MUJER DEL CÉSAR NO SÓLO DEBE SERLO...TAMBIÉN DEBE PARECERLO

El novelista francés, André Gide, plantea la cuestión de si hay que ser para luego parecer o se debe parecer primero para poder ser lo que se parece. No, no es un trabalenguas, es una cuestión más importante de lo que a simple vista entraña, ya que encierra en sí una duda trascendental en nuestros días.
Mucha gente que vive de las apariencias, cree que primero debe parecer para acabar siendo algo que se ha fabricado de forma hipócrita y con una imagen engañosa.

Lo natural es que primero seamos y luego ya pareceremos. Esta postura nos ayuda a ser nosotros mismos y a reflejarnos realmente como somos.
El problema viene en nuestra sociedad actual de que para ser algo tienes que parecer primero o bien haciéndote una buena campaña de marketing o por medio de amistades o (léase otros) enchufes.
Hemos acabado primando nuestra apariencia, nuestro status, nuestra posición laboral, ... no dejando ver realmente lo que somos.
Y ese problema se traslada a la adolescencia. Se han perdido ciertos valores como el estudiar por el placer de saber, el respeto hacia uno mismo, hacia los demás, hacia el medio ambiente,...
No tenemos más que ver que hasta ahora hemos vivido en un mundo de marcas, etiquetas y eslógans. Si no vas vestido de marca, no tienes un coche caro, no veraneas a 5.000 kilómetros, parece ser que eres un Don Nadie. Y como nadie quiere ser invisible, pues todos a competir en la escala del consumismo. Y eso se ha transmitido a la juventud, por desgracia.
Incluso en el mundillo político, ahora que se acercan las elecciones, se hace todo un alarde de ostentaciones en una feria de vanidades o como diría D. Pedro, en ese gran teatro del mundo en que vivimos.
La frase del título, aunque pronunciada por Julio César en un ataque de ego masculino, viene a cerrar mi tesis de que no es oro todo lo que reluce.


2 comentarios:

mjchorda dijo...

Creo que cada uno debe empeñarse en "ser" aquello que buenamente se le antoje pero lo de "parecer" ya se nos escapa. Entran otros elementos en juego que muchas veces no podemos controlar, o tal vez no queremos, como es mi caso. Uno puede parecer tantas cosas dependiendo de quien observe, que no merece la pena perder ni un minuto de existencia en ello. Sí merece la pena intentar que los alumnos entiendan esto, aunque creo, por las charretas que me pego con ellos, que cada vez van más a la suya en esos temas, no todos, claro.

CMG dijo...

Yo no me refería a lo "parecer" en el sentido del prisma con el que cada uno nos ve. Faltaría más tener que preocuparnos por como nos ven los demás. Ahí estoy contigo: no me preocupa.
Me refería a "parecer" a propósito, a construirte una imagen de cara a la galería, en la que te muestras como un triunfador, estupendo, maravilloso, etc.
Ese "parecer" para mí es el dañino pues te obliga a estar todo el tiempo fingiendo ser quien no eres y al final hay quien acaba tan confundido que al final no es nadie.
Mi entrada quería también hacer una crítica a los políticos, pues la frase de César se aplica sobre todo en política.