Dentro de mi especialidad, la novela, hicimos un recorrido por la novela del XIX y las primeras décadas del XX hasta la Guerra Civil.
Recuerdo que hacíamos un análisis estructuralista de todas las obras más importantes de ese periodo, todas ellas más o menos conocidas (La Regenta, Su único hijo, Doña Perfecta, La sonata de Otoño, etc). Pero hubo una novela que me gustó particularmente: La venus mecánica de José Díaz Fernández. Se trata de una novela vanguardista y a la vez de denuncia social de la dictadura de Primo de Rivera.
La novela no tiene desperdicio, pero hay un fragmento que anticipa en casi un siglo, nuestra realidad más inmediata:
XXXIX
El hombre integral.
-Yo no soy crítico-le dijo Víctor. No podré decir nada de sus esculturas.
-¡Oh! No importa. Yo se las explicaré. Mi estética es absolutamente nueva.
-¡Oh! Enhorabuena.
-Totalmente nueva. Quiero esculpir el hombre integral.
-Sí. Soy comunista. El comunismo pretende acabar con las diferencias de clase. Yo voy más allá. El arte tiene que ir más allá. [...]
-Por lo que se ve, usted no aspira al hombre comunista, sino al hombre común.
-Mi hombre es el hombre perfecto, la síntesis de una idea.
-¿El de Diógenes o el de Niezsche?
La mulata se irguió, herida en su amor propio, y se golpeó el pecho con la mano.
-No, no. ¡El mío! El hombre que yo anuncio produce y crea; nada menos. Es un mecanismo perfecto, al servicio del Estado. No pierde el tiempo en romanticismos ni en literatura. Para él no existen ni el amor, ni el honor, ni la familia.
-¿Cómo creará, entonces?
-¡Ah! Pues nada...Sin perder el tiempo. Un instante..., y a otra cosa.
-Un sueño de artista.
La escultora se indignó.
-Está usted equivocado. La única frase un poco aguda de Wilde es aquella en que la Naturaleza imita al arte.[...]
Cuando llegaron al salón era temprano, y la artista disertaba acerca de su estética ante unos jovenzuelos con gafas que se apedreaban entre sí con nombres del expresionismo plástico aprendidos en "L'Art Vivant" y en la "Nouvelle Revue Française". [...]
Víctor notó con asombro que llegaban a la sala muchos caballeros de frac y muchas señoras distinguidas, gentes a todas luces extrañas al ambiente.
-¿Es posible?- dijo Víctor ¡Pero esta comunista congrega aquí a toda la aristocracia carpetovetónica![...]
Es que el rey viene a inaugurar la Exposición. [...]
Víctor no pudo contenerse.
-Pero ¿no dice usted que es comunista?
La escultora se quedó un segundo suspensa. Sin embargo, reaccionó enseguida:
-¿Y qué importa? Me ha aconsejado mi embajador. "su Mahestá" es muy simpático, y esto sonará mucho. ¡Un rey en mi exposición!
-Pues, yo querida artista, soy incompatible con las testas coronadas. Adiós.
Supongo que todos podemos leer entre líneas más de una situación conocida cambiando algún personaje ¿No?
Por mucho que algunos proclamen sus "ideas" a los siete vientos, a veces se trata tan solo de una máscara con engañosas intenciones ¿O no es eso lo que hacen la mayoría de nuestros políticos?